Entre Avellanas y Cacahuates

"Las Boticas"

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Villa Alemana: “La ciudad del carrete masivo donde hay espacio para todos, incluso para rescatar a los rezagados, a los machucados y a los curados, que se quedaron bajo el efecto de la floripondio”.

Comenzaré esta ruta Villalemanina, partiendo por las míticas boticas farmacéuticas, que para muchos son nuestra fuente de salvación anti-stress, y para otros el antro de la perdición. Ordinariamente las conocimos como Botillerías, recinto de expendio de alcohol, pero, ¿Por qué nuestras botillerías son tan importantes?
Si bien, los Villalemáninos tenemos el estigma de alcohólicos. Para nuestra realidad, las botillerías han marcado un sin fin de hazañas, para burlarse de la Ley. Las Boticas juegan un papel muy importante, son los responsables de la distorsión en nuestros carretes, los que proveen sin importar el día, la hora y el lugar.

El Yeyo, Los Baeza y el Clandestino de San Enrique, grandes locales, hacen que el público prefiera ir donde ellos. Estos tres tienen su forma particular de hacer atenciones al público, que en las noches se ve multiplicado por cientos. Pero no falta la oportunidad en que más de alguien se va con algo de “yapa”, para acompañar el copete.
Está claro, que todos manejan su clientela de muy buena manera: En el caso del Yeyo, uno golpea la cortina metálica y el vendedor te atiende sin mayor problema, siendo las dos o tres de la mañana. Así mismo el clandestino, uno se asoma a la reja y debe gritar: "¡Tía!", y como arte de magia se asoma una viejita o a veces su sobrino y te pasan el copete. Hasta puedes negociar si no te alcanza el dinero. Los Baeza, “minimarket” de chapa, intenta mantener su bajo perfil como clandesta. Esta más que claro, que su reconocido y módico brebaje de vino blanco y jugo de néctar, causa furor. Es el único que mientras estas carreteando en la cantera, puedes tomar, tomar y tomar, hasta que repentinamente te transformas en un súper Villalemánino capaz de hacer las mayores locuras, creerse inmortal; hasta incluso poder parar los trenes con la mano.

El hecho de que estas grandes boticas, sean las que nos proporcionen la colaboración al interminable carrete y a la responsabilidad de elevar nuestros grados de alcohol a la cabeza y al cuerpo, esto hace que cada vez que entres a unos de estos locales, saludes al dueño como el más respetado e intimo de tus amigos, dándoles las gracias por las noches más locas de tu vida Villalemanina.








Por Francisca Madariaga

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